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Manuel Ruiz-Castro Cano
La carta de Diego: "Espero que un día podamos volver a vernos en el cielo"
Así recuerda Carmen González el momento en que descubrió que su hijo Diego, de 11 años, acababa de tirarse por la ventana desde el quinto piso del hogar familiar: «Yo estaba levantada pero no me enteré de que se había movido de la habitación. Yo... Miré y vi las zapatillas en el suelo, con lo cual no pensé que él se había levantado, porque yo le tenía que dar unos temas de repaso de Naturales y Sociales. Entonces, cuando me di cuenta, me metí en la habitación, no le vi y le busqué como loca por toda la casa y vi, en el fondo de la cocina, la mampara abierta, me acerqué y... Con la oscuridad vi su sombra, en el suelo. Vivimos en un quinto»
Diego, de 11 años, dejó, en el alféizar de la ventana de su casa por la que se arrojó al vacío, un mensaje para sus padres: 'Mirad en Lucho', su muñeco fetiche. En él había dejado su carta de despedida:

Al alba del martes 21, aprovechando que en su casa todos dormían, Jokin cogió la bicicleta, se dirigió a las murallas y se tiró. Su cadáver, oculto entre el césped, no se encontró hasta la tarde. Para entonces, sus padres ya habían empezado a descubrir horrorizados lo que Jokin les había estado ocultando durante meses. Un grupo de compañeros de su clase, el 4º A de ESO del Instituto Talaia de Hondarribia, lo venía sometiendo a una persecución sistemática a base de amenazas, palizas y vejaciones. Los resultados de la autopsia desvelaron lo que Jokin nunca quiso contar: cinco zonas de su cuerpo tenían claros signos de haber recibido numerosos golpes unos ocho días antes del suicidio.
Los resultados de la autopsia desvelaron lo que Jokin nunca quiso contar: cinco zonas de su cuerpo tenían claros signos de haber recibido numerosos golpes unos ocho días antes del suicidio.

Tania Hernández, una adolescente de 14 años que estudia en el Liceo burgalense de Castilla, afirma encontrarse en desamparo tras haber presentado más de 20 denuncias contra 19 compañeros de colegio. Asegura que lleva año y medio sufriendo amenazas, robos y agresiones que le han llevado a intentar suicidarse. En enero tomó diez pastillas de Valium 5 y tuvo que permanecer quince días ingresada en el hospital General Yagüe de Burgos. El psicólogo que la atendió le recomendó el cambio de centro pero las amenazas continuaron y llegó romperse un brazo en una pelea.

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